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Las Cámaras de Comercio ¿Sobrevivirán?

8 diciembre, 2010 8 comentarios

Es obvio que las Cámaras de Comercio están en un momento delicado en España, pero la duda es si sobrevivirán como una institución, que como la Cámara de Valladolid va a cumplir en 2011 su 125 aniversario .

En base al conocimiento sobre el tema que me aporta el hecho de haber trabajado más de 11 años en la Cámara de Valladolid (del 1993 al 2005) y de seguir trabajando para la Fundación Incyde dependiente del Consejo Superior de Cámaras desde 2007, me gustaría exponer mi punto de vista sobre un tema de interés para las empresas españolas, en especial para las pequeñas, y para las personas que deseen crear una empresa o mejorar su empleabilidad.

Vaya por delante que desde mi «yo empresario» el cuerpo me pide dar «caña», ya que mis últimas experiencias camerales han sido abonar hace menos de un mes una cuota de 62 € (correspondiente a 2008) y pagar hace escasamente dos semanas 60 €  de matrícula por una jornada de mañana sobre la reforma laboral. Otra experiencia que pesa en mi juicio es el hecho de que, prácticamente desde 2005, nuestra empresa compite por proyectos de determinada administración con propuestas de la Cámara de Valladolid, a la que financio para que me haga una competencia que considero desleal.

Aparte de esto, mi valoración sobre las Cámaras que conozco, y conozco un montón, es positiva y podría resumirse en que disponen de un personal de alta cualificación, muy motivado, eficiente, bastante mal pagado (en comparación con las empresas y la administración) y con una estabilidad laboral manifiestamente mejorable, que representa el activo principal de la institución.

Junto a esto coexisten otros aspectos, negativos según mi opinión, entre los que destacan el «faraonismo» de algunos presidentes cuyo principal objetivo es dejar para la posteridad alguna infraestructura (vease edificio singular, vivero, sala, etc..) sin tener muchas veces en cuenta su utilidad y su sostenibilidad económica, ya que con «pólvora del Rey» se tira muy bien. En sus empresas no realizan tales dispendios porque saldrían de su cuenta de resultados. Otro aspecto mejorable es la  normativa electoral, que no favorece el cambio y la renovación de los Plenos y que es más compleja que la que regula las elecciones estatales, regionales o locales para puestos contemplados en la Constitución.

No voy a entrar en temas partidistas, pero está bastante claro que el apoyo cameral, aparte del específicamente institucional, no se vuelca en el partido que gobierna en la actualidad el estado, lo que no dice mucho en favor de la imparcialidad de estas instituciones colaboradoras de la administración.

En el otro brazo de la balanza, es decir entre las acciones positivas a mantener, destacaría la enorme labor realizada en el campo de la formación continua, ocupacional y dentro de la formación reglada, donde hay que poner de manifiesto el gran papel desempeñado por las Cámaras para conseguir la mejora en la utilidad y reconocimiento social de la Formación Profesional en España, donde como otras veces nos quedamos a medias en la aplicación de un modelo como el francés que se ha demostrado excelente. Además tengo meridianamente claro que la creación de empresas y el apoyo a los emprendedores en España no sería lo eficiente que es en la actualidad sin la implicación de las Cámaras a través de las Ventanillas Únicas, las Antenas Camerales, los Viveros, etc.

Para finalizar este análisis me gustaría exponer un aspecto a tener en cuenta a la hora de buscar soluciones, como es el diferente trato dispensado a las Cámaras por parte de sus administraciones tutelares, las Comunidades Autónomas, al tener transferidas éstas las competencias sobre las Cámaras en todo el territorio nacional.

Existen básicamente dos polos opuestos e innumerables situaciones mixtas entre ellos, en lo referente a la coordinación y colaboración entre las Cámaras y sus autoridades regionales. Por un lado estarían aquellas Comunidades en las que sus gobiernos tratan a las Cámaras como entidades colaboradoras, confiando en las mismas para desarrollar actuaciones enfocadas hacia el colectivo empresarial o al de los emprendedores, entre otros. La otra cara de la moneda son aquellas administraciones que no solo no confían en las Cámaras, sino que les ponen todo tipo de trabas administrativas y duplican con personal propio o contratado ad hoc,  funciones que podrían realizar las Cámaras, creando organismos o «agencias» paralelas normalmente menos eficientes y más caras para el ciudadano.

Expuesto mi particular punto de vista sobre la situación de las Cámaras voy a plantear aquí algunas soluciones que creo que podrían ayudar a mantener lo mejor de nuestras Cámaras.

A nivel macro, la solución principal pasa por coordinar entre el estado y las comunidades autónomas una serie de servicios o funciones a desarrollar por las Cámaras (con exclusividad y sin organismos paralelos a nivel estatal, regional o local) por los que financiar a las mismas, con unos baremos objetivos  que potencien la eficiencia y la mejora continua y basados en indicadores verificables. Junto con esto, un férreo control de los gastos suntuarios y de inversión de las Cámaras para frenar la «barra libre» en temas protocolarios (viajes, regalos, comidas, etc.) que no tienen cabida en un entorno basado en la deficiencia de recursos y crisis permanente. El coste de esos servicios, a pesar de financiarlos los ciudadanos, sería notablemente menor que si los desarrollasen otras entidades y de mayor calidad, cercanía y personalización.

Junto con esto, las Cámaras como institución deberían poner en marcha una eficaz campaña de comunicación hacia los autónomos y las empresas (especialmente hacia las pequeñas),  para convencerles de los servicios que les prestan y de la utilidad que tiene permanecer asociado a las mismas. Tienen para ello únicamente 13 meses.

Si bajamos al entorno regional, la solución pasa por reducir Cámaras (si no pueden financiarse por si mismas, lógicamente). La norma debería ser una Cámara provincial (con las delegaciones que hagan falta y se puedan mantener) o en algunos casos Cámaras supraprovinciales, pero este es un tema a tratar caso por caso porque alguna Cámara local como Sabadell tiene mayor capacidad de autofinanciación que las de muchas provincias.

A nivel micro o de Cámara concreta  la solución pasa, según mi modesta opinión, por organizar un equipo de gestión sólido y profesional formado por un/a gerente o director/a general, un/a director/a financiero, un/a responsable de marketing y un/a responsable de programas/proyectos que, escuchando y contando con el apoyo de los técnicos y del resto del personal interno y con una amplia autonomía, puedan diseñar y llevar a buen término una estrategia que facilite el mantenimiento de las actividades que funcionan y capte las necesidades existentes en su ámbito de actuación para satisfacerlas, asegurando así la sostenibilidad de la organización.

Si a esto le añadimos un sistema de compensación (tipo bono por servicios) que permita a las empresas canjear su cuota por servicios concretos de la institución y les haga ver la utilidad de su aportación,  y una normativa clara que impida a las Cámaras hacer competencia desleal hacia empresas que las financian (especialmente consultoras, gestorías, empresas de formación, etc.), consideramos que la situación mejoraría.

¿Significa esto que si se aplicasen estas propuestas todas las Cámaras sobrevivirían? Mi opinión es que no.

Lamentablemente no todas las Cámaras existentes en la actualidad (52) están en situación de afrontar este reto de modernización y adaptación y algunas de ellas deberán cerrar y traspasar sus servicios a otras Cámaras o a otras entidades.

Una alternativa a valorar, para todos los casos o unicamente en algunos, sería la fusión de las Cámaras con las Organizaciones empresariales, creando Cámaras Empresariales y ganando en estructura y recursos para ofrecer mejores servicios a las empresas. Esta alternativa, que considero lógica, seguramente sería inviable por los «personalismos», filias y fobias existentes en todos los ámbitos en los que las personas deben tomar decisiones.

Pase lo que pase espero que, se opte por la solución que se opte, se haga lo imposible por no perjudicar al personal de las Cámaras, que como he comenzado diciendo es el principal capital de las mismas.

Lamentablemente,  me temo que en un futuro no muy lejano, vamos a ser testigos de la aplicación de medidas «imaginativas» como las que se han visto en determinadas empresas desde el inicio de la crisis que castigarán a los actores que menos culpa tienen de una situación a la que se debería haber puesto remedio mucho antes y de una forma consensuada entre las administraciones y las Cámaras, es decir que veremos despidos injustificados e injustos.

Me gustaría conocer vuestra opinión al respecto, comentando este post.

Bartolomé Zuzama Bisquerra. Ex-director de Formación y Empleo de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Valladolid (1993-2005) y Consultor de la Fundación Inyde .

BEBÉS Y EMPRESA: ¿De verdad son tan diferentes?

Esta semana han tenido lugar dos hechos cotidianos, que pueden fácilmente pasar inadvertidos, ya que ambos han tenido lugar en una línea de autobús urbano en horas centrales.

El primero de ellos ocurrió el lunes a mediodía. El autobús iba bastante lleno, la mayoría de las personas que allí estaban iban en silencio pensando en la comida que irían a disfrutar, sus problemas y/o sus alegrías. Se subió una mamá con un carrito y un bebé de aproximadamente un año. Una vez se hubo colocado (donde pudo), comenzó a hablar con su hijo de las cosas que había hecho en la guardería y del libro que llevaba entre manos. Casi automáticamente comenzó a cantar una canción a la par que el crío; (hasta aquí una historia de lo más habitual). Fue entonces cuando las personas que tenía alrededor (y no tan cerca), comenzaron a observar la situación e, instintivamente, muchas sonrisas se iban dibujando en las caras de los observadores (estoy segura de que muchos habréis vivido esta situación).

Paso a la segunda anécdota que ha tenido lugar hoy mismo, en la misma línea y aproximadamente a la misma hora. En este caso ha sido un papá con su hija de 3 años (en función de la altura es el cálculo que he hecho). Se han colocado detrás de mí, al final del autobús, ella sentada encima de las piernas de papá. En esta ocasión, ha sido la niña la que ha comenzado a cantar una canción “de campamento” que, con la coreografía sincronizada, hace un repaso por casi todos los elementos de la vajilla de cualquiera de nuestras casas. Además de sonrisas, he podido ver personas que (en frente de la niña), tímidamente se han unido a los gestos de la canción.

¿Qué relación tienen los bebés y niños pequeños con los Recursos Humanos y las políticas centradas en las personas?

La conclusión que he extraído ha sido sencilla en cuanto a asociación se refiere.

Objetivamente, los bebés no hacen “nada productivo” (disculpad la afirmación), pero, en el momento que perciben que estamos pendientes de ellos y les escuchamos, nos sonríen, nos dan todo sin darnos nada y consiguen extraer lo mejor de cada uno de nosotros.

Si traemos a nuestra mente la lista de las empresas mejor valoradas por sus trabajadores, encontraremos un denominador común, repetido hasta la saciedad: los empleados se sienten parte de algo, se encuentran cómodos con el ambiente que hay (más o menos familiar) y sienten que de verdad se les tiene en cuenta PORQUE SE LES ESCUCHA.

 

La comunicación, la motivación, son conceptos muy manejados en lo que a estos temas se refiere pero, ¿por qué se nos olvida lo más importante? Escuchar a las personas que forman parte de nuestra organización; saber cómo se sienten, qué pueden aportar en pro de la empresa, por qué observamos menos colaboración en algunos casos, etc.

Desde mi punto de vista, muchas veces tratamos de implantar y transmitir unos valores, una cultura, unos mecanismos demasiado complicados, cuando tenemos la solución delante de nuestros ojos. Escuchar, dejar participar, conseguir sacar lo mejor de cada uno de los miembros de la organización teniendo en cuenta las particularidades de cada uno.